¿TÚ ERES JEFE O ERES LÍDER?
Viendo el circo político al que nos está acostumbrando Sánchez y la Yoli (para los que me leéis de fuera, Presidente y Vicepresidenta de España), me ha dado por pensar cuál es la diferencia entre un líder y un jefe. Por supuesto, estos dos individuos políticos no son ni lo uno, ni lo otro. Son dos mamarrachos políticos que se aprovechan de la situación, les importa tres narices su país y van a su interés propio comprando a la gente con subvenciones, con ayudas, con desayunos de 68 mil euros en dos meses para ministerios o con concesiones abusivas, todo por mantenerse en el poder. Un buen líder no se va a Marruecos mientras vienen los campesinos a pedirte ayuda, eso es ser un cobarde, no un líder.
A lo que iba, estamos en un sector donde un buen líder hace la diferencia, y no es lo mismo ser un buen jefe que ser un buen líder.
De hecho, mi padre siempre decía, “si quieres saber cómo es Fulanito, dale un carguito”. Cuántas veces hemos visto a esa persona que parecía normal, le han dado un puesto de relevancia, se ha venido arriba y ha mostrado su verdadero yo, ser un capullo. El ego se infla fácilmente y no necesitas palmeros que lo hagan por tí, tiene un tubito como los chalecos del avión, lo puedes hacer tu sólo, pero corres el riesgo de perder tu esencia, ¡Ojo con los egos, que pasan factura!
En nuestro sector hay mucho CEO, CCO, director, responsable, jefe, pero líderes, no hay tantos.
Un buen líder es aquél que inspira a su equipo. Como dijo Tácito, “Experientia docet” (“La experiencia enseña”), mientras que un jefe simplemente emite órdenes y espera que todos las cumplan a rajatabla.
Un buen líder genera confianza, mientras que los jefes a menudo generan temor. Ahí tenemos el ejemplo del impresentable de Sánchez, cuya gente le sigue por miedo a perder su puesto, no por convicción. Y en muchas empresas ocurre esto, funcionan con amenazas, y eso es mal camino hacia la cumbre.
Un buen líder tiene una visión clara y la comunica, mientras que los jefes tienden a centrarse en objetivos a corto plazo. El ser corto placiste da resultados inmediatos, pero en una carrera de fondo lo que se necesita es llegar a la meta, no quemarte en los primeros 100 m. Como los que deciden bajar el precio del producto, del alquiler o de su servicio. Sí, consigues al cliente, pero ese cliente no está contigo por tu buen hacer, sino porque se lo estás “regalando”. Y se irá con el vecino porque se lo pone todavía más barato que tú. Lamentablemente son cada vez los clientes que van por precio, aunque luego se les llene la boca con eso que llaman “servicio”.
Un buen líder trata con respeto a todo el mundo, desde la persona que coge el teléfono, a la persona que limpia los baños, mientras que un jefe saluda al llegar si le pillas en su camino.
Un buen líder sabe delegar de manera efectiva, mientras que los jefes retienen el control por miedo a que otro le quite el trabajo. Delegar es confiar en tu equipo.
Un buen líder tiene empatía hacia su equipo, les entiende y por eso se preocupa, mientras que los jefes normalmente mantienen una distancia emocional que les hace menos implicados.
Un buen líder fomenta el desarrollo personal y profesional de su equipo, mientras que los jefes pueden estar más preocupados por los resultados. Ojo, que a todos nos interesa el resultado final, pero el camino y sus baches o cómo afecten son importantes.
Un buen líder colabora con su equipo para resolver problemas, mientras que hay jefes que por el artículo 33 impone sus ideas sin considerar las opiniones de los demás. El mítico “porque sí” o “porque lo digo yo” que “argumentamos” con nuestros hijos cuando nos tocan las narices.
Un buen líder tiene capacidad de comunicación y escucha activamente, mientras que los jefes muchas veces lo hacen de manera unidireccional.
Un buen líder asume la responsabilidad, mientras que los jefes a menudo culpan a otros cuando las cosas van mal.
Un buen líder sabe la importancia del equipo, suele construir un equipo fuerte y cohesionado, porque será con quien vaya a las batallas a jugarse la vida, mientras que los jefes simplemente administran grupos de gente, grupos de trabajo, ejecutan y mandan.
Un buen líder fomenta la creatividad y la innovación, mientras que los jefes normalmente no salen de su zona de confort.
Un buen líder calcula y asume los riesgos y es consciente de las consecuencias del fracaso, mientras que los jefes pueden castigar el fracaso, culpar a otros de no haber llegado a objetivos y no hacer un examen de conciencia de los fallos que se han cometido.
Un buen líder comparte el reconocimiento y el éxito con su equipo, mientras que los jefes hay veces que se dan todo el crédito, y se creen imprescindibles, piensan que el logro es mayoritariamente por él, y no por el trabajo en equipo.
Un buen líder está constantemente pensando en nuevas formas de mejora, de adelantarse a la competencia, de dar un mejor servicio, de ir más allá que el resto, de distinguirse de los demás, mientras que un jefe cumple objetivos y se centra en superar esos objetivos sin aportar un valor añadido.
No caigamos en el error de pensar que el líder es el que se sienta detrás de la mesa de CEO, de hecho, ese cargo no va unido a la palabra líder en muchos casos. El ser líder tiene hueco en cualquier puesto de trabajo, es un rol que se trabaja todos los días, hay una parte intrínseca dentro de tí, pero es fundamental esa pizca de mejora continua que te mueva y que sepa inspirar a los demás.
Y tú, ¿qué tipo de persona eres? ¿Líder o jefe?
FUERZA Y HONOR